Monseñor Pedro Ossandón: "La Eucaristía nos revela el gesto maravilloso del Señor"
Monseñor Pedro Ossandón: "La Eucaristía nos revela el gesto maravilloso del Señor"

El Arzobispo de Concepción, monseñor Ricardo Ezzati presidió, en Jueves Santo, la Eucaristía de conmemoración de la Última Cena, en la catedral de la ciudad y lavó los pies, junto a monseñor Pedro Ossandón, Obispo Auxiliar, a 12 adultos mayores del Hogar Hermanitas de los Pobres. La Misa concluyó con una procesión y exposición del Santísimo para adoración de los fieles.

En esta oportunidad, la homilía estuvo a cargo de monseñor Ossandón, quien llamó a fijar la mirada en el misterio de la Eucaristía. Desarrolló su reflexión en torno a tres preguntas: ¿Por qué celebramos la Eucaristía? ¿En qué consiste este sacramento de acción de gracias? Y ¿A qué nos invita este gesto? En primer lugar sostuvo que llama la atención que la Eucaristía, se celebra desde hace más dos mil años y no sólo en Tierra Santa, sino en todo el mundo y en Chile “de norte a sur, de cordillera a mar, en todas las ciudades y pueblos”. Precisó que los domingos, en la Arquidiócesis de Concepción se celebran más de 200 misas, incluso en algunas parroquias se celebran dos, tres y hasta cinco eucaristías los domingos.

Luego agregó que fue el propio Señor que quiso instituir la Eucaristía y expresamente pidió a sus discípulos para que se continuara celebrando hasta la plenitud de los tiempos. “El nos regaló también el sacerdocio para poder celebrarla (…) Por eso, pidamos al Señor tener muchas mas vocaciones. ¿Qué será de nuestra vida si no nos alimentamos de este pan vivo que ha sido enviado del cielo?. ¿De dónde podemos sacar fuerzas para seguir adelante?”, enfatizó.

Manifestó que la Eucaristía es el sacramento del amor de Cristo “Este gesto el Señor lo va a unir al gesto de lavar los pies a sus discípulos, para que entendamos que el auténtico y verdadero amor de Dios, que hemos recibido, se vive lavándonos los pies unos a otros. Estos signos nos revelan el amor de Dios. El sabe lo que sufrimos. Sabe que por el pecado nos hacemos daño y apartamos la mirada de Cristo. Por eso, cuando damos la espalda al rostro de Jesús y a sus enseñanzas, nosotros estamos destruyendo nuestra vida, se resquebraja la vida familiar, surgen los problemas de convivencia; actuamos con agresividad y surge la violencia que tanto daño hace al mundo; en la sociedad se pierde la capacidad de diálogo, se quiebran las relaciones, no se entienden trabajadores con empleadores, no se entienden los partidos políticos y se resquebraja el estado de derecho”, explicó.

Concluyó que “si nos volvemos a Cristo, el corazón se nos llena de gozo y de bienaventuranzas. Volvemos a encontrar el camino que la cruz de Cristo, que vence el pecado y la muerte y nos ayuda para reencontrarnos y reconciliarnos y a descubrir caminos de justicia, de verdad, de perdón, de solidaridad”.

Fuente: Comunicaciones Concepción

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Concepción, 10 de Abril, 2009

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