Penquistas revivieron la tradición de la espera del nacimiento del Niño Jesús
Penquistas revivieron la tradición de la espera del nacimiento del Niño Jesús

Durante la celebración de la eucaristía de Nochebuena, en la catedral de Concepción, los penquistas revivieron la tradición de esperar y saludar al Niño Jesús, una pequeña figura que monseñor Ricardo Ezzati sostuvo en sus manos, durante varios minutos y que los fieles besaron y tocaron con mucha humildad.

Los numerosos fieles que acudieron cerca de la medianoche del miércoles, conformaron largas filas para ver al Niño Dios que, en esta oportunidad, fue sostenida en un primer momento por monseñor Ezzati y posteriormente por monseñor Pedro Ossandón, obispo auxiliar y finalmente, por el presbítero Juan Carlos Marín, formador del Seminario Metropolitano de Concepción y concelebrante de la eucaristía. Fue el padre Juan Carlos quien llevó la imagen del niño hasta el pesebre que se instaló a un costado del altar, en el templo.

Al término de la misa, monseñor Ezzati saludó afablemente a los fieles, en las puertas de la catedral y les expresó con gran afecto el saludo de Navidad, saludo que reiteró el día siguiente, al presidir la eucaristía del mediodía. En ambas celebraciones monseñor afirmó que “una vez más nuestro Dios nos dice que el gran regalo de esta fiesta es Él, regalo para cada uno de nosotros y para la humanidad. A lo largo de estos días, conversando con muchas personas de la comunidad cristiana, les decía que hay una actitud humana que me parece muy adecuada para este tiempo de Navidad. Es la actitud del mendigo que tiende su mano, porque sufre, porque tiene pobreza y porque tiene una gran esperanza”.

Agregó que muchas veces esa mano se queda vacía, pero cuando desde nuestra pobreza y nuestra miseria, nos hacemos humildes, Dios no nos deja con la mano vacía. “Dios no pone en nuestras manos simplemente cosas, aunque sean cosas muy sublimes, como la paz, el amor, como la solidaridad, como la concordia; Dios pone en nuestra mano algo mucho más grande que eso, pone en nuestra mano a su propio Hijo, al Hijo de Dios. Sólo si el corazón nuestro es un corazón humilde y sencillo, de aquel que sabe reconocer su miseria y su pobreza, solamente si nuestro corazón y nuestra vida tienen la audacia de no creer en las propias fuerzas, sino de confesarse necesitado no sólo de cosas, sino necesitado de lo que el hombre anhela y suspira de Dios, sólo así, en nuestra mano vacía, el Señor ubicará la vida de su Hijo y la compartirá con nosotros”, enfatizó.

Dijo que Dios Padre, en Navidad, hace presente a su Hijo y con su vida quiere llenar y dar sentido a nuestra vida. “Cuánta necesidad tiene el mundo contemporáneo de esta presencia de Dios, cuánto dolor, cuántas insatisfacciones, cuando nuestra esperanza se cifra sólo en las cosas que pasan. Dios nos viene a ofrecer su amor y su vida para que nuestra vida sea semejante a la suya. Acerquémonos al pesebre, desde nuestra pobreza y desde nuestra indigencia. Tendamos nuestra mano, Dios la va a llenar y cuando Dios está con nosotros, con él vienen también los demás dones que más anhelamos”.

Fuente: Comunicaciones Concepción

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Concepción, 25 de Diciembre, 2008

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