Panorama y tendencias migratorias, ¿hacia una ciudadanía universal?
Entrevista a vicepresidente de INCAMI, p. Algacir Munhak
Panorama y tendencias migratorias, ¿hacia una ciudadanía universal?

Durante estos días, el tema de la Movilidad Humana ha estado muy presente en Chile. El domingo 7 con diversas actividades eclesiales, culturales e intelectuales, la Iglesia celebró el Día Nacional del Migrante; la noche del martes 9 un importante programa de televisión emitió un reportaje sobre la difícil vida que llevan algunos extranjeros en Chile; y a fines de mes, el Instituto Chileno Católico de Migración (INCAMI) realizará la XI Jornada Migratoria, la que contará con la presencia del Cardenal Renato Raffaele Martino, Presidente del Pontificio Consejo Justicia y Paz y del Pontificio Consejo para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes.

Sin embargo, el tema no es exclusivo de esta nación. Son alrededor de 200 millones de personas en el mundo las que viven el fenómeno de las migraciones, vinculado estrechamente a la globalización. “Comprender qué quiere decir Dios con esta realidad, es un tarea que como Iglesia debiéramos hacer”, manifestó el sacerdote Algacir Munhak, vicepresidente del Instituto Católico Chileno de Migración (INCAMI), miembro del área de Movilidad Humana del departamento de Justicia y Solidaridad del CELAM.

A continuación, una entrevista al misionero scalabriniano acerca del panorama global y las principales tendencias migratorias, así como una invitación a asumir el desafío que como católicos estamos llamados a vivir, la convivencia fraterna.

-¿Qué gatilla el creciente flujo de personas por el mundo?
A nivel internacional se mantienen las relaciones injustas e inequitativas entre los países del norte y del sur del mundo, lo que genera dificultades para establecer mecanismos y modelos de desarrollo que impacten favorablemente los países de origen de las migraciones. Mientras existan estas asimetrías, es difícil percibir a corto, mediano y tal vez a largo plazo un cambio en la tendencia, es decir, que la gente deje de irse.

Los países de destino de las migraciones garantizan los derechos de sus ciudadanos, los derechos a la educación, a la vivienda, a un nivel de vida más digno que el que se da en los países de origen de las migraciones. Las personas con menos perspectivas en éstos se impactan, se ilusionan, se sienten atraídas -a veces hasta con publicidades engañosas-, al mirar situaciones de mejores condiciones de vida y quieren buscar para sí y para los suyos también una realidad de vida mejor.

-Pero no siempre encuentran aquello que buscaron
Hay una tendencia internacional a no querer garantizar los derechos de los migrantes en los países de destino, frenando la integración de la comunidad migrante y la proyección de la ciudadanía universal, respecto al fenómeno de la migración. Seguirá, entonces, la dificultad de respetar los derechos de los migrantes en los países de destino.

-¿En qué sentido?
La militarización de las fronteras y las dificultades de regularización de las personas migrantes en los países de destino, significan indirectamente mayor vulnerabilidad, menos condiciones de atención en servicios públicos, en servicios de salud, menos integración en la sociedad de destino, ya que una integración total de la persona pasa por el respecto de su dignidad humana, y este respeto requiere el reconocimiento de su ciudadanía, del cual derivan todos los otros derechos.
Esta tendencia global a no querer garantizar los derechos de los migrantes es un hecho claro: No hay mecanismos internacionales significativos que indiquen una tendencia contraria.

-¿Es una política migratoria de los países ricos?
Hay una política migratoria de los países del norte muy explícita y muy restrictiva. Esto se expresa a través de la Directiva Retorno de la Comunidad Europea y del endurecimiento de las leyes en Estados Unidos y quizás de algunos países de Asia… Hay un aumento del control de las migraciones, además de la militarización de las fronteras de los países de tránsito, como el caso de México.

Por todo lo anterior, hay casos de violación de los derechos humanos y muertes, y la expulsión de personas es una práctica constante y permanente del norte hacia el sur. Sin embargo, la falta de integración al migrante no es exclusiva de los países del norte del mundo, en los del sur también se ve discriminación y xenofobia, aunque no en forma explícita de parte de los gobiernos.

VULNERABILIDAD

-Se restringen las fronteras en Estados Unidos y en la CEE, sin embargo la gente no deja de emigrar. ¿Cómo logra llegar a destino?
En todo el proceso migratorio aumenta considerablemente la vulnerabilidad de las personas migrantes, porque si los controles son más duros la gente se va a exponer con mayor facilidad a aceptar medios ilegales para poder ingresar en los países de destino. A más duros controles, mayores son los riesgos de las personas en el proceso de migración. Esto indirectamente va a potenciar la trata de personas, el tráfico ilícito de migrantes y también va a estimular a que las prácticas de los tratantes y de los traficantes sean más sutiles, más trabajadas, y en este sentido seguramente va a exponer al peligro la vida inclusive a la muerte de muchas personas.

- Y para Chile, ¿de qué manera influirá?
Se mantiene todavía la cultura de la migración en los países andinos. Los peruanos, los bolivianos, los ecuatorianos, tienen casi marcadamente el pensamiento de que alguien de la familia tiene que irse del país para hacer una mejor vida.
Evidentemente que con el aumento de los controles en los países del norte, el flujo de estas migraciones se va a direccionar a los países más estables de centro y sur América. Estos países seguramente van a ser Chile, Brasil, Argentina, Venezuela y Costa Rica, y podría entrar un sexto país, Panamá, dentro de unos años más.
Este orden es significativo dependiendo de las conectividades. Si pensamos en los peruanos, Chile aparece como primero; para los bolivianos, Brasil; paraguayos, Argentina. El flujo depende de varios factores como la facilidad de la comunicación, del paso de fronteras, las distancias, y también de la demanda de tipo de prestación y servicio. Esto último va caracterizar bastante el traslado de un pueblo a otro.

MIGRANTES ECONÓMICOS

- ¿Cuáles son las principales motivaciones de quienes migran?, ¿qué logran con dejar su país?
Se mantienen los flujos de remesas desde los países de destino hacia los países de origen, es decir, las personas están migrando por motivos de pobreza. El envío de las remesas a las familias significa exactamente eso, que salen para buscar un poco de recursos para superar las situaciones de pobreza que viven en los países de origen; son migrantes económicos.

En consecuencia, el análisis que tenemos que hacer es un análisis de solidaridad y pertinente a las situaciones de acogida y de apoyo, porque estas personas la gran mayoría de las veces no son parte de un movimiento migratorio porque un día soñaron viajar por el mundo o hacer una aventura, no, su objetivo es muy explícito, muy específico, y es humanitario, la gente no tiene comida suficiente, no tiene salud, no tiene adonde vivir ni cómo vivir, la gente no tiene paz, no tiene tranquilad. El tema de las remesas indica precisamente eso: cuando más remesas se envía a un país de origen desde el país de destino de la migración, significa que la gente que quedó allá realmente necesita. Entonces hay que tener una mirada, desde nuestra parte, de solidaridad, de apoyo y de acogida.

¿Y como sociedad?
Esto también como sociedad; por eso que actitudes de rechazo, de racismo, de xenofobia, pueden marcar aún más de manera negativa la vida de estas personas, porque ya salen de un contexto de dureza extrema, y llegar a un país que no los acoge, es duplicar en su vida las situaciones de tensión, de sufrimiento, aumentar sus penas, ya que pasan por situaciones muy complicadas.

FAMILIAS TRANSNACIONALES

- La gran mayoría los migrantes deja a su familia en espera de las remesas, ¿cómo afecta esto sus vidas?
Las migraciones ponen en entredicho el modelo de vida tradicional, porque provocan en algunos casos la desintegración familiar. Y aquí deberíamos dar algunos ejemplos típicos. Cuando el varón o la mujer tiene que emigrar a un país en el que los controles son tremendos, una vez que está adentro irregularmente no tendrá oportunidades de volver a su país de origen. Se va a quedar un año, dos, cinco, ocho, diez años, sin volver a ver a su familia, porque quiere garantizar el empleo, lo que es equivalente al mantenimiento de su familia en el país de origen. Como consecuencia de ello, está la desintegración de la familia, porque ¿cómo puede mantener una identidad familiar una pareja que no se ve por ocho años? Eso pasa específicamente con migrantes irregulares que viven en Estados Unidos y Europa.
Hay otros casos que son producto de acuerdos familiares, cuando la familia decide que alguien de la familia salga y se busca un país con menos controles y con más facilidades de entrada y salida. Eso provoca que por uno o dos años los hijos no vean a la mamá o al papá y que el marido no vea a su esposa o viceversa. Son acuerdos familiares, pero de igual manera comprometen la estabilidad de la familia.

Esta tendencia va a continuar a nivel de migraciones, porque a partir del momento que el varón o la mujer, el que hace de cabeza de hogar, sale en busca de mejores condiciones de vida para su familia, hay una interrupción de un vínculo familiar muy significativo, y lo que está generando esta realidad en el contexto de las migraciones es la consolidación de un nuevo modelo de familia: las familias transnacionales.

-¿Qué implica ser una familia transnacional?
Es un concepto totalmente nuevo, del que ya estamos empezando a hablar como Iglesia al menos, porque en realidad ya no podemos trabajar a nivel de migraciones con el concepto de familia tradicional. El papá vive en Estados Unidos, la mamá vive en Chile y los hijos están en Perú con los abuelos o con los parientes más cercanos. Hay que empezar a ver qué significa eso para nosotros como sociedad, porque con la familia como base de la red social, de la educación de los hijos, de la formación, de la transmisión de valores de una cultura, tenemos que analizar todo lo que va a significar la constitución de las familias transnacionales en un futuro no tan lejano.

-¿También es un desafío pastoral?
-Tremendo. Es una nueva concepción dentro de la temporalidad de las migraciones. Puede ser que en el origen de la familia transnacional está el acuerdo familiar y, entonces, desde una perspectiva de temporalidad por dos años, tres o cinco años se va a conformar una familia transnacional y al final de este periodo, si todo va bien, se vuelve a ser la familia tradicional. Pero eso es un análisis aún en proceso. El impacto real de este nuevo concepto en la vida de la familia tradicional lo vamos a medir dentro de unos 10 a 15 años.

-Además que algunos forman otras familias o bien cuando regresan, ya han cambiado mucho…
-Exactamente. Ese es otro fenómeno, el de la doble familia, pero que principalmente se relaciona a los que migraron a países que tienen controles más duros en relación a la regularización migratoria, cuando están ocho o diez años sin un contacto, sin verse; ahí, con mucha regularidad nace el fenómeno de la segunda familia.

Y son fenómenos significativos. Aquí hablamos en un contexto mundial de alrededor de 200 millones de personas que viven el fenómeno de la movilidad humana. Son millones de familias que se ven afectadas de alguna manera por estas realidades. Conocí un caso en Italia de una mujer filipina que hace 6 años que no volvía a su casa. Había dejado una niña de ocho años, otra de 6, un niño de 4, y un bebé de menos de 2 años. Después de 6 años ella decía que tenía miedo que sus hijos no la reconocieran como madre… Su gran temor ya no era no poder volver, sino volver y no ser reconocida en su rol de madre, pese a que los estuvo manteniendo y pagando todo por 6 años y era la cabeza de hogar. Pero los afectos, los sentidos de pertenencia de un hijo a una madre, de una madre a su hijo al decir es mi hijo… Son millones de personas en el mundo que se ven afectadas por eso.

TEOLOGÍA DE LAS MIGRACIONES

Por todo lo anterior, sostuvo el padre Algacir Munhak, en el mundo actual es imposible hacer una análisis sociológico, económico o de cualquier otro ámbito, sin considerar la óptica de las migraciones. Y no es distinto para la Iglesia.

-Creo que nosotros tenemos que empezar a pensar ahora en la teología de las migraciones; es decir, percibir los signos de la Providencia de Dios que está acompañando esta movilidad a nivel global y ver cómo Dios se manifiesta es este fenómeno. Esto sería la base de una teología de las migraciones: entender a Dios a partir de la vulnerabilidad de estas personas, un pueblo inmenso en camino como fue el pueblo de Israel; me parece que aquí hay elementos bastantes significativos que debemos realmente trabajar desde el punto de vista teológico.

Seguramente Dios está hablando al mundo de hoy, a través de las migraciones; seguramente Dios está hablando al fenómeno de la globalización con una respuesta de personas en movilidad, quizás para decir lo que ya el papa Juan Pablo II nos decía, globalizar la solidaridad y crear una ciudadanía universal… Somos todos hermanos, somos hijos de Dios, ¿por qué hacernos tan distintos desde un punto de vista ciudadano? Ese es el reto.

Fuente: Comunicaciones INCAMI
Santiago, 15 de Septiembre, 2008

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