¿Qué hicimos?
¿Qué hicimos?

El Obispo de San Bernardo, Mons. Juan Ignacio González, reflexiona en una columna del Diario El Mercurio sobre lo que ha hecho la Iglesia durante la pandemia.

A propósito de los debates constitucionales y de la libertad religiosa en la nueva Constitución, una convencional ha preguntado qué ha hecho la Iglesia durante la pandemia. Me quedó dando vueltas la pregunta. Es verdad que no nos gusta mostrar lo que hacemos por razones profundas. Pero hicimos muchas cosas que quizá ahora conviene recordar.

Lo primero ha sido estar junto a la gente que lo pasaba mal. Es difícil cuantificar aquello, pero ahora que surge con claridad todo el inmenso tema de las soledades, las depresiones, la angustia del encierro y tantas otras realidades —aún presentes—, miles de personas, sacerdotes, religiosas y laicos, estuvieron allí: con la familia que sufre, con el entubado en los hospitales, con los adultos mayores solos y en la desesperanza. No tenemos estadísticas. Pero fue un tiempo de constante acción pastoral, silenciosa y focalizada. Cada parroquia, cada comunidad cristiana, conoce a sus gentes y sabe bien dónde está el sufrimiento. Una auténtica movilización espiritual, especialmente de jóvenes, que iban y venían. Es el mandamiento del amor al prójimo, corazón de la vida de la Iglesia, hecho carne en el más carenciado. 



Destinamos gratuitamente nuestras instalaciones para atender a los contagiados, para asistir a los que estaban abandonados, los adultos mayores y los angustiados. Organizamos sistemas de distribución de alimentos, ropa de abrigo, vales de gas, cajas de alimentación, ropa de invierno nueva, materiales para evitar los contagios, etc. En esta materia sí sabemos cuánto invertimos en los sistemas formales. En total, en Chile, unos 4.500 millones de pesos en el año 2020.

Los recursos llegaron de 239 fuentes distintas, entre las que se cuentan campañas locales, campañas Incami, proyectos con entidades públicas, proyectos con entidades privadas, donaciones de empresas, donaciones de particulares, donaciones de fundaciones, donaciones de empresas, aportes municipales, recursos propios, aporte de organismos internacionales, etc. Y cientos de miles de ayudas de personas anónimas.

Al mes de marzo de 2021, se movilizaron un total de $4.332.661.129, que incluyen aportes en dinero y especies valorizadas. De ese total, $3.699.631.914 fueron gestionados directamente por las diócesis de Chile, y $633.029.215 fueron gestionados por Caritas nacional. Según se informó en los reportes diocesanos, los organismos de la Iglesia entregaron 62.111 cajas o kits, además de 250.910 kilos de alimentos, sin contar la solidaridad de miles de personas que lo hicieron por su cuenta. Esta ayuda fue entregada en diversos formatos: comedores populares, ollas comunes, asistencia a casa de ancianos, presencia en hospitales y tantas otras acciones, que disminuyeron el dolor y la desesperanza de muchos. En algunas diócesis se instalaron verdaderas líneas de producción de cajas de alimentos y repartos, con vehículos pesados, traslados, etc. Todas gestionadas por voluntarios —jóvenes en su gran mayoría— y por instituciones de beneficencia ya establecidas. 



¿Cómo fue posible llegar a cientos de miles de familias? Por la organización capilar de una Iglesia que tiene miles de lugares de culto, capillas y locales comunitarios donde se recepcionaba y distribuía la ayuda, más allá de toda influencia o clientelismo, movido solo por el amor a Dios y al prójimo, pura y simplemente. 

En resumen, las diversas confesiones hicieron un aporte social a la vida del país que solo los beneficiarios directos y Dios conoce bien.

Por eso las confesiones religiosas son un factor social esencial en nuestra Patria. Miles de personas lo agradecen cada día. Las nuevas leyes deben tener en cuenta este doble ámbito de su aporte al bien común. El espiritual, que toca el corazón del que sufre, y el material, que alimenta el cuerpo que padece. 



+ Juan Ignacio González Errázuriz

Obispo de San Bernardo 

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Fuente: Diario El Mercurio
Santiago, 05 de Febrero, 2022
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