Con Cristo Resucitado se anima esperanza en Concepción
Con Cristo Resucitado se anima esperanza en Concepción

“Nuestro corazón se llena de alegría y de gozo porque experimentamos, en nuestra vida y en el caminar de todos los días, la presencia misericordiosa de Dios que hace camino con nosotros”, señaló Monseñor Ricardo Ezzati, en su homilía de Domingo de Resurrección, en que recalcó que Cristo Resucitado es nuestra esperanza.

En la celebración, que contó con la presencia masiva de fieles, que coparon la parroquia San José, concelebraron Monseñor Ezzati, Monseñor Pedro Ossandón, Obispo Auxiliar y el Pbro. Juan Carlos Marín Jara.

Monseñor Ezzati dijo que en Semana Santa, de manera muy particular, se ha revivido nuestro misterio de fe y misterio de amor, un misterio en el cual Dios tiene el papel de protagonista y “un misterio en el cual los hombres y mujeres somos coprotagonistas de esta historia, pese a nuestra debilidad y nuestro pecado, nuestros temores y desesperanzas. El Señor nos ofrece la vida de su Hijo, tomándonos de la mano, levantándonos de nuestra debilidad y de nuestra miseria, para poder vivir juntos con nosotros y nosotros con Él, una vida de comunión plena; una vida de amistad, una vida de hombres y de mujeres, redimidos por el amor; una vida de hombres y de mujeres partícipes de la victoria de Cristo”.

Recordó que el Jueves Santo se contempló el amor de Dios, que se hace alimento para nuestra vida. “Hemos visto con asombro cómo su amor se hace presente y hemos visto con asombro cómo el Señor permanece en medio de nosotros, a través de los gestos de amor y de servicio, porque Él esta presente en cada uno de nuestros hermanos, especialmente en quienes más sufren”. Agregó que el Viernes Santo “lo hemos contemplado nosotros también mudo, en nuestro silencio, clavado en la cruz y hemos podido experimentar cómo la cruz de árbol de terror e injusticia se ha vuelto árbol de vida, expresión de amor; unos brazos abiertos, siempre abiertos para indicar que para nosotros Dios está siempre cerca, misericordioso y en su Hijo nos vuelve a dar el abrazo de la paz y el perdón.

Señaló, en tanto que en la Vigilia Pascual se reflexionó sobre la historia de nuestra salvación. “Hemos visto cómo Dios acompaña la historia de la Humanidad, en todo momento, en su pueblo elegido, pero también en nosotros mismos como elegidos por la misericordia de Él, a través de la pasión y la muerte de su Hijo. Hemos revivido la realidad de nuestro bautismo, bautismo que nos hace partícipes de la naturaleza divina, que nos constituye como la familia de los hijos de Dios, como una familia de hermanos llamados a construir la fraternidad y la solidaridad, en la única iglesia de Jesucristo”.

Y en la solemnidad de la Pascua, precisó que aparece el Señor como redentor del hombre, que vence al pecado y a la muerte y dice: “He resucitado, estoy aquí contigo, no temas. Sigue el camino que lleva al Padre, síguelo con esperanza, porque yo por ti he entregado mi vida. Cristo resucitado es nuestra esperanza, como dice Pablo, la esperanza que no engaña, la única esperanza verdadera, el cimiento de nuestras esperanzas, la garantía de nuestras esperanzas. Por eso, sentimos que el corazón está liviano, no está cargado con la loza del pecado. Nuestro corazón se siente liberado por el amor del Señor. Deseoso de asegurar su camino, deseoso de ser testigos de su resurrección hasta los últimos confines de la tierra.”
Destacó que es una gracia muy hermosa la que el Señor nos ha regalado. “Qué don tan grande hemos recibido. La vida de Cristo resucitado es nuestra vida. Cristo, nuestra Pascua, es nuestra vida. Pero al mismo tiempo, qué responsabilidad. Hemos recibido la vida divina. La vida de Cristo ha sido injertada en nuestro corazón ¿Para qué? ¿Por qué el Señor ha querido hacernos partícipes de su vida divina? Para que podamos ser sus testigos, para que nuestra vida santa, con nuestra vida convertida a su amor, podamos ser testigos de su verdad, de la verdad de su amor que vence el odio y que vence la separación para nuestros hermanos”.

Dijo que luego de la convicción profunda de estar con el Señor, “nuestra vida está llamada a convertirse en una proclamación del Evangelio del Señor. Y cuánto necesita nuestro mundo de hoy de testimonios de discípulos que sean testigos. De discípulos que han hecho ellos mismos la experiencia de encontrarse con el Señor resucitado. Pero discípulos que al mismo tiempo se vuelven apóstoles del Señor. Anuncian con fuerza y convicción, sabiendo que sólo Él es la respuesta más profunda a los problemas que nos aquejan”.

Finalmente, Monseñor pidió humildemente una gracia al Señor: “que el nos traiga su paz, su consuelo, su esperanza. Tenemos mucho que trabajar, hay mucho que reconstruir, en el interior de las personas y también en las estructuras de nuestras ciudades y campos. Que el Señor sea nuestra esperanza, sea nuestro gozo, sea la certeza de que el futuro que ponga en nuestras manos es un futuro de esperanza y de amor”.

Antes de concluir la celebración, Monseñor Ezzati impartió, de manera especial, la Bendición Papal y agradeció a los Padres Capuchinos por la acogida en su parroquia y también entregó su gratitud al Seminario por el apoyo de los jóvenes durante toda la Semana Santa.

Fuente: Comunicaciones Concepción
Concepción, 04 de Abril, 2010
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