Con profunda alegría y recogimiento, este viernes 12 de septiembre, la comunidad de la Arquidiócesis acogió el don de un nuevo diácono, camino al ministerio sacerdotal. La ordenación le fue conferida por el Arzobispo René Rebolledo Salinas, acompañado del Obispo Auxiliar, Enrique Balzan Caruana, sacerdotes, diáconos, seminaristas y fieles de las parroquias, sobre todo de aquella en que Juan Eduardo ejerció su práctica pastoral.
Formación y camino vocacional
En su discernimiento como discípulo-misionero, Juan Eduardo se preparó en dos centros de formación sacerdotal: Comenzó en el Seminario Mayor “Santo Cura de Ars” de la Arquidiócesis, para luego continuar en el Seminario Mayor “San Rafael” de Valparaíso.
Fue el Pbro. Alberto Zambrana, encargado de la formación del candidato, quien lo presentó ante el Arzobispo. Posteriormente, el elegido afirmó públicamente su compromiso de vivir el celibato ante Dios y la comunidad. Con devoción y fervor, los fieles siguieron las diversas partes del rito de ordenación, acompañando con su oración a Juan Eduardo.
Pasajes de la homilía
El Arzobispo, siguiendo los textos bíblicos -escogidos por el ordenando- en su primera parte de la homilía, invitó a asumir los sentimientos del salmista: “Gusten y vean, qué bueno es el Señor: ¡Feliz quien se refugia en Él!” (Sal 34(33),9), afirmando: “Cada uno de nosotros experimenta en este día la bondad del Señor -también a lo largo de la vida- así como la constató el salmista, mirando a su vida: ¡Qué bueno es el Señor! La bondad del Señor la tiene presente especialmente Juan Eduardo, que es ordenado diácono para nuestra querida arquidiócesis de La Serena”.
Tuvo palabras para la familia de Juan Eduardo: “Agradece la bondad del Señor, su apreciada familia y familiares, a quienes saludamos y agradecemos cuanto han hecho por su hijo y hermano. También como familia han experimentado en múltiples formas el amor y la bondad del Señor. Por ello, se unen a la exclamación: ¡Qué bueno es el Señor!”.
Luego, mencionó a algunas personas que han sido significativas en la trayectoria vocacional del candidato: “Agradezco muy cordialmente a quienes acogieron a Juan Eduardo, en diversas etapas de su vida. Ante todo, a su comunidad cristiana “Cristo Rey” de Halcones Bajo, perteneciente a la parroquia “San Antonio del Mar” de Barraza. Al P. Oscar Guevara, quien lo acompañara en su discernimiento vocacional y lo presentara posteriormente al Rector del Seminario “Santo Cura de Ars” de aquel entonces, P. Dikson Yáñez Pizarro y formadores”. De igual modo, manifestó gratitud al Obispo de Valparaíso, don Jorge Vega, por acoger a Juan Eduardo en el seminario “San Rafael”, al Rector que lo acogiera, P. Andrés Valenzuela, y al actual Rector, P. Diego González. En particular, expresó gratitud por la presencia de sacerdotes y seminaristas de Valparaíso: “Muy agradecido, pues han emprendido un largo viaje para compartir la alegría y gratitud a Dios por la ordenación diaconal de Juan Eduardo”.
El centro de la homilía fue un breve análisis de la vocación de Jeremías (cfr. Jr 1, 4-10), como también del santo Evangelio previsto para la celebración (cfr. Jn 13, 1-18).
Finalizó la homilía dirigiendo a Juan Eduardo una cálida invitación. Destacó en ella que la confirmación del llamado que recibe mediante la ordenación diaconal: “No es un cargo o un reconocimiento en la comunidad, o una meta lograda, sino una invitación profunda a seguir más estrechamente el camino de Jesús Maestro y Señor que lava los pies a sus discípulos y nos insta a hacer semejante servicio. Comprometerse para servir a los demás, concretar gestos de amor, fraternidad y solidaridad, es la esencia del llamado”.
Lo invitó a estar atento a las personas: “En la mesa, en las convivencias fraternales, en la solidaridad, a cuantos tocan la puerta de nuestras casas parroquiales, a los pobres y a los inmigrantes. Tendrás que servir a las personas mayores y a cuantos sufren, por una u otra razón”.
Afirmó que la Eucaristía diaria: “Envía al servicio, a un verdadero compromiso fraternal en las comunidades en las cuales te corresponderá ejercer tu ministerio”.
Finalizando, lo encomendó a la Virgen santa: “A quien veneramos, especialmente en este mes de septiembre, “Nuestra Señora del Carmen”, que se llamó a sí misma “la humilde servidora del Señor” (Lc 1, 38), en su límpido ejemplo de servicio, modele tu corazón como el de su Hijo, quien está en medio nuestro “como quien sirve” (Lc 22, 27)”.
Hermosos testimonios
Los familiares de Juan Eduardo también compartieron con emoción el significado de este acontecimiento en sus vidas. Su madre, Silvia Barraza Barraza, expresó entre lágrimas el orgullo de ver a su hijo alcanzar esta meta tan anhelada, recordando con gratitud el camino recorrido en el que lo sacó adelante sola y lo consagró a Dios para que lo cuidara y guiara. Por su parte, su hermana, Bárbara Vicencio Barraza, manifestó la alegría de acompañarlo en este momento trascendental, resaltando la constancia de Juan Eduardo en su servicio religioso y agradeciendo especialmente a su madre por la formación y valores que le inculcó, los cuales hoy lo convierten en un hombre de fe entregado a la misión de la Iglesia.
La celebración concluyó con alegría, oración y comunión, teniendo la certeza de que el Señor sigue suscitando vocaciones para el servicio de su Iglesia en la Arquidiócesis.
Fuente: Comunicaciones La Serena