En el Día Internacional de la Mujer
En el Día Internacional de la Mujer

Con una Eucaristía, la Pastoral de la Mujer quiso conmemorar esta fecha que invita a reflexionar sobre el largo y doloroso camino que las mujeres han recorrido para ser reconocidas y tratadas con dignidad.

El sábado 7 de marzo a las 19 horas se ofreció una Eucaristía en conmemoración del Día Internacional de la Mujer. La Misa fue organizada por la Pastoral Diocesana de la Mujer, quien convoco y ánimo, y fue presidida por nuestro Administrador Apostólico, R.P. Gonzalo Espina.

En su homilía, el padre Gonzalo señalo la experiencia del pasaje de la transfiguración del Señor, un adelanto de la resurrección, una luz que ilumina en medio de las oscuridades de la vida. También tuvo una reflexión sobre el Día Internacional de la Mujer: “En este día que queremos recordar el Día Internacional de la Mujer, podemos pensar en tantas mujeres del evangelio que realmente se encuentran con Jesús, y se dejan transforman su vida. Una manera luminosa y liberadora, como la mujer samaritana, donde vemos el comportamiento de Jesús que la trata con tanto cariño y dignidad, superando barreras y dificultades de su tiempo. (Jesús) Es un rabino prestigioso, que de por si no tendría que hablar con una mujer, ya que en aquel tiempo era rebajarse. Entonces Jesús realmente da un paso muy grande al hablar con esa mujer, que además es samaritana, de un pueblo de segunda, tercera o incluso cuarta clase de acuerdo a los judíos de aquella época, que además es una pecadora publica, todo el mundo sabe que es pecadora, y eso en una sociedad teocrática eso tiene un sello social. Por tanto, Jesús supera todas esas barreras de discriminación de su tiempo, habla con una mujer, que es samaritana y pecadora. Pensemos lo luminoso que tuvo que ser para esa mujer, en ese contexto, el encuentro con Jesús y lo transfigurador que pudo ser. También, podemos pensar en una mujer que la van a apedrear por ser adultera, aunque nunca aparece el adultero, porque si hay adultera hay adultero, y Jesús al ver esto sale con esto de “que él esté libre de pecado que tire la primera piedra”, y lo que podemos ver es que nadie la apedreó, otro ejemplo de los tiempos de Jesús, donde en que aquel contexto, Él realmente dignifica, libera y sana a la mujer, ejemplo donde a la persona la trata con la misma dignidad.”

La Eucaristía contó con una serie de signos y palabras que invitaron a sintonizar con una fecha que recuerda tantas experiencias trágicas e injustas que rodean a las mujeres en su historia. En un día que nos invitó a reflexionar sobre el largo camino que las mujeres han tenido que recorrer por ser reconocidas en dignidad e igualdad de derechos, Cristo dice “¡Levántense, no tengan miedo!”.

Al momento de las ofrendas se presentaron 7 velas. Una vela roja, como signo de la vida que se ofrece con pasión para trabajar por hacer de Chile una mesa para todos y todas. Una vela naranja, como signo de la vida y entrega gratuita de tantas mujeres que sirven como agentes pastorales. Una vela blanca, como signo del deseo y el esfuerzo por construir estructuras eclesiales de participación, mayor sororidad y fraternidad. Una vela verde, como signo de las mujeres que continúan diciendo si a Jesús, viviendo la fidelidad y el amor. Una vela azul, como signo del compromiso por no desfallecer en la búsqueda del dialogo y el encuentro. Una vela rosada, como signo de la disposición a acoger el grito de tantas mujeres que sufren y esperar transitar caminos de liberación. Y finalmente una vela morada, como signo de hombres y mujeres que desean caminar juntos construyendo una Iglesia y mejor sociedad.

En el envío, se señaló: “Del amor recibido que iguala, dignifica y hermana es de donde obtenemos la fuerza y la esperanza para lograr recuperar ese ser miradas como Cristo nos miró. Nos unimos a todas las mujeres de Chile y del mundo que van a marchar por sus Derechos, pero, sobre todo, por su visibilidad en la Iglesia y en la sociedad.”



Mensaje del R.P. Gonzalo Espina

Mensaje para el Día Internacional de la Mujer


Valdivia, 8 de marzo 2020

Queridas hermanas y hermanos:

Desde el retiro anual de sacerdotes de nuestra Diócesis, dirigido este año por la Hermana Isabel García, Religiosa del Sagrado Corazón de Jesús, les dirijo unas palabras de solidaridad y fraternidad, con motivo del Día de la Mujer.

Nos duele e indigna las distintas formas de violencia, abuso y discriminación, que siguen sufriendo tantas mujeres. Nos unimos a la denuncia de estas situaciones y al compromiso por el respeto e igualdad, y rendimos homenaje a la contribución ejemplar de tantas mujeres.

Agradecemos los pasos dados respecto a que, la incuestionable igual dignidad, se exprese en todos los ámbitos de la vida, pero sabemos que sigue habiendo una gran deuda con ustedes, tanto en la Iglesia como en la sociedad civil.

Urge la superación del machismo en nuestra cultura, en tantas formas sutiles e inconscientes y, por supuesto, en tantas formas burdas y de violencia. Una tarea de todos y todas, que redundará en beneficio de cada persona y de toda la humanidad.

Jesucristo nos dio un ejemplo a seguir, con un trato digno con las mujeres por encima de los prejuicios y condicionamientos de la cultura de su tiempo. Los Evangelios dan buena cuenta de su trato sanante y dignificante: la viuda de Naim, la hemorroisa, la siro-fenicia, la samaritana, la que quieren apedrear…

Sigamos discerniendo caminos y dando pasos, como hijas e hijos de Dios, dejándonos guiar por el Espíritu Santo, como lo hizo de modo admirable María. Al escuchar este domingo el evangelio de la Transfiguración del Señor, renovemos la esperanza en la transformación positiva de nuestra humanidad.

Su hermano y servidor,

Gonzalo Espina Peruyero
Administrador Apostólico de Valdivia

Fuente: Comunicaciones Valdivia
Valdivia, 09 de Marzo, 2020
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